La manta, ¿símbolo cultural o moda pasajera?
Por Dilexi Pushaina
La manta wayuu se caracteriza por sus colores llamativos, diseños y ser más reservada, muestra la belleza y elegancia de la mujer, al transcurrir el tiempo, los cambios de esta vestimenta han sido significantes, no sé si para bien o para mal; diseños, colores, tipos de tela, incluso el uso de ésta misma, lo cual ha permitido mayor alcance de comercialización, lo cual ha llevado a la pérdida del valor y esencia de este elemento.
Diferentes diseñadores han pisado escenarios nacionales e internacionales, dando argumentos de que sus diseños son mantas wayuu, resaltando la innovación, creatividad y adaptación de las mujeres artesanas, dejando atrás la historia, la espiritualidad de una manta para la mujer wayuu.
Considero positivo que diseñadores y artesanos se inspiren en las mantas wayuu, ya que esto permite visibilizar y valorar la riqueza cultural de este pueblo. Cada manta guarda un significado que conecta con la identidad, la tradición y la cosmovisión wayuu, por lo que verlas como fuente de inspiración fortalece el reconocimiento hacia este legado ancestral.
Sin embargo, no está bien que esa inspiración se traduzca en mantas exageradas, siendo menos reservada que guarda el pudor de la mujer, la manta wayuu se caracteriza por su elegancia, por la armonía de sus colores y la simbología discreta de sus diseños. Cuando se transforman en piezas indiscretas, se corre el riesgo de perder la esencia cultural y convertirlas en meros objetos llamativos que responden más a la moda que al respeto por la tradición.
Por eso, la inspiración debe ir de la mano del equilibrio: es válido innovar y dar nuevos aires a las mantas, pero siempre manteniendo la sobriedad, la identidad y el valor simbólico que representan para el pueblo wayuu.
¿Seguirá la manta wayuu siendo un emblema cultural, o terminará convertida en otra moda efímera? Es inevitable pensar cómo terminará o a qué punto de innovación va a llegar esta pieza que es símbolo cargado de historia.
Es muy diferente ver una manta amplia, de colores llamativos pero serenos, que ver vestidos largos con encajes y acabados recargados, allí pasa a ser una prenda que responde únicamente a la lógica del mercado.
Ante todo, esto, no está de más reconocer la importancia en cuestionar la falta de respeto hacia el oficio de las mujeres que crean piezas artísticas, esa falta de conciencia que nos hace cómplices de la apropiación de personas externas a la cultura, es allí donde surge la necesidad de alzar la voz como líderes culturales en defensa de nuestras artes, y de defender el alma que tiene cada creación como lo es la manta wayuu.
Es momento de reflexionar sobre uno de los elementos simbólicos de nuestro pueblo. ¿Estamos dando valor a la manta por lo que realmente es o solo por que aparenta? La duda no puede quedarse en solo una inquietud, debe ir a la conciencia sobre todo a una acción frente a esta problemática, darles exclusividad a las piezas artísticas y ganar protagonismo sin perder la esencia que la caracteriza para el pueblo wayuu.
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