martes, 28 de octubre de 2025

 Sabiduría de un outshi contada a través de la oralidad



Texto y Fotografia: Josué Uriana 


En el corazón del sur de la Guajira, del municipio Albania, resguardo indígena “4 de Noviembre”, donde se siente una suave brisa, acompañado del cantar de los diferentes pájaros que habitan al pie de las colinas verdes, surge una conversación con Guillermo Urariyu Pushaina, de estatura mediana y de voz un poco ronca,  sentado bajo un árbol de tapara rodeado de jóvenes, llevando en sus manos un bastón, con la que al mismo tiempo trazaba en la tierra figuras geométricas que da vida a la sabiduría ancestral que el refleja. 

 “La serranía de la Makuira, cuando la tierra no era tan habitada, llegaba diferentes personas a dormir cerca de ella, que fueron enviados por medio de su sueño a buscar los conocimientos y las medicinas curativas, para que en un futuro esos saberes se transmitan y le queden de herencia a sus generaciones” sostuvo Guillermo con su mano firme en su bastón mientras contaban las historias de los primeros médicos ancestrales.

Mientras relata, en su mirada se reflejaba el orgullo que lleva en su alma por ser el que porta sus saberes aprendidos de su abuela, en medio de la conversa alguien que estaba a su lado escuchando los relatos, le surgió una curiosidad como el aprendió a ser un médico espiritual y de ahí empezó a contar su historia “cuando tenia mis 50 años yo me accidente, de una caída en burro en la que mi mano se había fracturado, estaba desvanecido y muy enfermo durante 7 días, hasta que en mis sueños apareció una señora y me dijo levántate, mira a tu alrededor que entre esas verdes árboles están las plantas con las que vas a curar a las personas durante un año sin recibir nada a cambio”.

A partir de ese momento, Guillermo obtuvo una visión amplia a través de ese sueño y empezó a trabajar como botánico, ayudo a aquellos que se habían accidentado y fue muy reconocido en el territorio por su buen trabajo y la labor que desempeña.

El reloj marca 6:00 de la mañana, cuando Guillermo Urariyu cruza las puertas de su casa para mirar hacia la carretera, justo una joven iba llegando quien ha sido perturbado de hace días por un mal espíritu y se le reveló en sueños que a través del médico espiritual encontraría la sanación pero en ese mismo momento el médico empezó a trabajar con ella para que pudiera sanar, a través de cantos y maracas conectando con su ser espiritual, pero al cumplir los tres días de trabajo el nuseyu del outshii pidió un torete negro para devolver el alma de la joven, desde de ese mismo momento la joven se sanó. 

Los recuerdos de Guillermo los llevaron a conectar con sus antepasados mientras respiraba lentamente, y una de sus manos bajó en su mochila y saco su sawawa, con la que armonizó la madre naturaleza y a los seres protectores que hay alrededor del territorio, ya que la luz del sol estaba fuerte, el ambiente un poco más cálido, la conversación muy interesante y el cantar de los pájaros daban vida a la comunidad. Su pasión al arte, la historia y el ser medico ancestral lo ha resistido como un cactus en medio del desierto, reconocidos no solo por su trabajo si no también por la historia que ha vivido a lo largo de su trayectoria.

A pesar del tiempo Guillermo expresa que aun él no tiene descendientes que ocupe su lugar como outshii, pero si tiene uno de sus hijos que se ha dedicado como sabedor cultural de los instrumentos musicales wayuu en las escuelas educativas, para un fortalecimiento de conocimientos ancestrales a los estudiantes y eso es orgullo inmenso al sabedor de que su sabiduría sigue intacta por las venas del territorio.


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