Por,
Paola Vangrieken, Wayuu Uliiana/Escuela de comunicaciones del pueblo wayuu
En
1991, la inspiración del arte del tejido
manual atrajo a Jorge Ojeda Jayaliyu,
quien con 17 años se subió a la enramada de su casa y comenzó a tejer el techo
de palmas. Sus manos fueron pasando de un lado a otro mientras el trenzado daba imágenes diferentes, parecía
contagiado del virus tejedor de la araña, - “nadie me enseñó cómo hacer una
enramada solamente me surgió”.
Desde
ese entonces le bastó con que haya nacido con manos y la creatividad que le
hace sentir un buen artesano, - “Todo lo que soy hoy en día es gracias a mi
trabajo porque me ha ido bien y por los esfuerzo que hago para sacar a mi familia
adelante, aunque no logré terminar ni la primaria debido a que éramos 24 hermanos
y por eso el estudio fue una opción para algunos, y la opción mía fue la de
valerme por mi mismo haciendo enramadas”.
Una
década después de esa primera inspiración, ya había techado la casa de la
mayoría de sus vecinos, pero sobre todo la casa de sus hijos. Construir una
enramada le toma un mes de trabajo, mientras corta las maderas y las palmas. El
machete más que una herramienta de trabajo es su compañero.
Su
habilidad ayudó al desarrollo de la comunidad y sus enramadas encantan a los
wayuu y a los alijunas. Tejer enramadas le permitió a Jorge Ojeda
Jayaliyu, conocer mucha gente, otras
comunidades e incluso otros municipios y departamentos, - “la gente me empezó a
reconocer por mi trabajo, me llegan muchos proyectos de diferentes partes como
en Dibulla, Mingueo… de todas partes. Este es un trabajo que me sustenta
económicamente y soy feliz haciéndolo”.
Tejer
enramadas, hacen de Jorge, un hombre de
mucha espiritualidad, porque trabaja en relación con el sol, la lluvia y la
luna: - “cuando el sol es muy caliente, no puedo trabajar porque se dañan las
palmas, se marchitan y en poco tiempo se filtra la enramada, la hago cuando
está nublado antes o después de la lluvia, si es de madrugada es mejor, la
enramada durará más tiempo”.
Los
contratos para hacer enramadas no son frecuentes por lo que combina la
actividad artesanal con el trabajo de servicio de transporte público. En una
camioneta de la familia transporta pasajeros desde Wepiapa hasta Maicao, por el
camino va diseñando su próximo modelo habitacional wayuu.
Su
labor como artesano lo perfilan como un líder de la comunidad, es el arquitecto
oficial de Wepiapa, ha diseñado varios modelos de kioscos y casas, pero más
allá de tejer enramadas, se ha destacado por incorporar a la juventud al
mercado laboral, - “Para mi comunidad he aportado con mi trabajo, no trabajo
sólo para mí, sino que invito a los jóvenes para que aprendan a construir enramadas,
y mientras aprenden les pago como ayudantes. No les colaboro con dinero pero si
hago que tenga un trabajo aprendido de las cosas que tenemos a la mano”.
En
la cultura wayuu las enramadas son
sagradas y es parte de nuestra esencia como pueblo. La
enramada es el altar de la palabra, bajo su sombra se expresa la solidaridad.
La enramada es el espacio consagrado
para contar los sueños y tejer las susu. En ella desarrollamos la mayoría de
nuestra vida social; es nuestra sala, nuestro comedor, nuestro dormitorio, es
el lugar donde atendemos las visitas y hasta los velorios son desarrollados en este
importante espacio de la comunidad.
Trabajar
para Jorge significa techar las enramadas de sus familiares y vecinos, él está
orgulloso de poder construir desde su habilidad la tranquilidad de muchos
wayuu, alijunas que conviven en este Municipio.
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