La medicina ancestral y la profanación de su sacralidad
Por Francheska Gómez
La medicina ancestral en nuestras raíces es un tesoro guardado y un legado sagrado que nuestros antepasados protegían con el mismo fervor con el que cuidaban la vida. Era un conocimiento que fluía entre susurros, en rituales íntimos y en la profunda conexión con la naturaleza y el mundo espiritual. La medicina ancestral no es un simple conjunto de remedios, es una base fundamental de la cosmovisión wayuu, un sistema integral donde el cuerpo, la mente y el espíritu danzaban en armonía guiando a los outsü, quienes actuaban como guardianes de la salud y de la vida.
Estos medicamentos ancestrales incluyen rituales que armonizan y ahuyentan energías negativas como los wanülüü, el profundo entendimiento de la naturaleza y sus ciclos, la importancia vital de los sueños como canal de comunicación espiritual y la intervención de los outsü, esos sabios y guías que actúan como intermediarios con el mundo espiritual, este conocimiento que abarca desde las propiedades curativas de las plantas hasta la sabiduría que se revela en los sueños y la conexión con los animales, era un bien protegido, un patrimonio que se transmitía de generación en generación desde hace miles de años, donde hoy en día se desconoce el conocimiento el valor y la importancia de estos remedios wayuu.
Al recorrer las calles de Maicao, me encontré con una realidad que me lleva a preguntar: ¿La medicina tradicional, ese saber ancestral que antes se transmitía con reverencia y se mantenía en la intimidad del territorio, ahora se exhibe en puestos de venta a la vista de todos? ver la gran variedad de plantas y remedios expuestos para la venta me genera sentimientos encontrados. Si bien entiendo y respeto la necesidad de generar ingresos y es que cada uno tiene la libertad de hacerlo, me duele ver cómo este conocimiento que antes era un secreto sagrado ahora se expone en el suelo accesible a cualquiera sin el debido contexto, una profanación a este elemento sagrado.
Hoy me pregunto ¿dónde quedó esa protección? ¿Dónde se resguarda ese valor espiritual que antes envolvía cada planta, cada ritual? Al estar expuesta de esta manera, la medicina tradicional pierde su esencia, se despoja de la carga espiritual y ancestral que la define. No se trata de prohibir la venta o de negar la posibilidad de generar ingresos a quienes poseen este conocimiento, sino de encontrar un equilibrio que pueda permitir la subsistencia sin necesidad de sacrificar la profundidad del conocimiento de la protección de nuestra medicina ancestral. Así mismo, como nación wayuu necesitamos reflexionar, sobre cómo podemos comercializar nuestras medicina ancestral de una manera respetuosa, que honre su origen, que mantenga su valor espiritual y que garantice su transmisión íntegra a las futuras generaciones, donde la economía propia sea importante sin necesidad de exponer y socavar la identidad y la profundidad de nuestras prácticas ancestrales Wayuu.
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