La partera
wayuu, que se formó de lapu (Sueño)
Tu Wayuu
Atujakat, Eemeinja Junainje Lapu
Por: Eduvilia Uriana, Wayuu del clan
Uliiana
Escuela de Comunicación del Pueblo Wayuu
En 1978, en
horas de la noche, Adriana tenía 16 Años de edad, se encontraba con Rosalba, su
hermana mayor, estaba con dolores de Gestación, que, sin contar con ninguna
ayuda, le pidió el favor a su hermana
menor, que la ayudara a componer su barriga, porque ella sintió que su bebe estaba
en mal posición, que no le permitió dar a luz a tiempo.
Adriana, wayuu
de clan uliiana, era una adolescente que no sabía nada de parto, solo se encontraba
acompañando a su hermana, “yo estaba con mi hermana, estaba con dolores, y yo
no sabía que hacer al verla, estaba nerviosa cuando ella me dijo que la
ayudara, yo era una jovencita, pulataa maa talee, punaata maa, (componedme la
barriga, tócame)”, con sus nervios y temor, hizo lo que la hermana le indico.
Nervios y temor,
eran los que acompañaban a Adriana en su momento de realizar su primera labor como partera, “sentí mucho miedo, porque
jamás en mi vida lo había hecho, yo decía que tal si mato al bebe de mi
hermana, y ella me decía, tranquila solo hazlo,”, sin ninguna experiencia,
tampoco practicas con algunas de sus juguetes, solo con conocimiento de las
conversaciones de su madre, acerca del parto en sus propias casas.
Adriana en su
infancia, como cualquier niña curiosa, escuchaba las conversaciones de su
madre, cuando hablaba de las realizaciones de los partos con sus otras hermanas,
“que será eso, como es eso, de que tanto habla ella, eran mis palabras cuando a
escondidas escuchaba a mama, estaba chiquita si recuerdo bien, cuando tenía por
ahí como los ochos o nueve años”.
Sus padres en
algunas temporadas de invierno se iban a la sierra a cultivar, y ella se
quedaba en compañía de sus hermanas mayores, a cuidar de sus sobrinas y
sobrinos.
Con el tiempo
Adriana se convierte poco a poco en ser mujer wayuu, cuando por las madrugadas,
empezó a soñar, “todas las madrugadas una señora ya muy viejita, me dice, tu
sabes hacerlo, tienes que continuar haciéndolo, tu naciste para esto, hazlo lo
que te digo, yo le respondía, tengo miedo, no puedo, y ella me decía, solo
hazlo”, y así se convierte en la partera de su familia, comunicándose cada madrugada
con su desconocida instructora través de lapu (sueño).
Años después, Rosalba
su hermana mayor soñó, “mi hermana me dijo que ella en su sueño una señora
viejita le dijo, que yo tengo que cobrar un valor de veinte mil pesos por mi
labor de componer barriga, y atender partos, la señora le dijo mostrando el
billete, y si ella no lo cumpla la perjudicada será ella, así me dijo mi
hermana,”.
Adriana con el tiempo es la partera de su familia,
atendiendo tres, cuatro embarazos al mes, dándoles
seguimiento hasta el parto,“ yo recibo
alas que me buscan para atenderlas, y les digo el valor que me asigno mi
instructora, dependiendo las cantidades
de embarazos, atendiéndolos hasta que
paren, para que el hijo nazca de la mejor manera, tocando las barrigas,
componiéndoles por si están en mal estado, mmmmm recuerdo que yo no le decía a nadie que soy
partera gracias a mis ancestros, solo la gente
veían el gran trabajo que desarrollo” .
Lapu (sueño),
luego de que la visitaba constantemente, de vez en cuando, se comunica con ella,
manifestándole su inconformidad por el pago de las pacientes wayuu, “ella me
decía, porque lo haces gratis, tú tienes que recibir algo a cambio, tú también mereces
tomar café por lo que haces”, eran las palabras de su instructora al no cobrar
en algunas ocasiones, porque también Adriana manifestó que lo hace por
solidaridad a la gente que lo necesita.
El nombre de
Adriana como partera wayuu experta, se fue expandiendo en toda enramada de las mujeres,
como si fuera el viento que lo llevara a cada oído de su territorio, en la que
en el año 1995, una mujer wayuu la visito para hacer su trabajo, “yo estaba
enferma, con dolores en los cuerpos, los brazos, las piernas, con fiebre, y la
señora me dijo que su sobrina estaba muy mal, que no podía parir”, estando enferma,
se fue donde su paciente, encontrándola de muy mal estado.
“L a mujer
estaba muy mal, gritaba y gritaba, estaba de pie, y la mama me dijo, ni que tu
fueras un Dios, para que la vas hacer parir ahora, nada la voy a mirar le dije,
la mujer tenía la criatura atravesado en su vientre, estaba cruzado con su
vientre, la agarre la compuse el niño y ella lloraba diciéndome ayúdame que me
voy a morir, puse al niño de cabeza abajo desde su barriga y a los cinco
minutos dio a luz”.
En 2002, en el municipio de distracción atendió
una aliijuna, donde le concedió medio saco de guineo, y entre muchas mujeres
que se le perdió la cuenta “jajajajaj atendí a muchos, hay unos que me pagan y
otros no, y cuando es así me enfermo de dolores en los cuerpos”, Adriana con su
delicada voz, sus manos llenos de fuerza y pureza, fortalece su Don de
sapiencia, cada despertar.
Sobrinas,
hermanas, nietas y sus tres hijas, han sido los pacientes durante más de treinta años
en su territorio, y esos nietos que agarraba desde el vientre de sus madres,
son saludables, sin ninguna complicación y hoy en día, también son sus
Estudiantes, Adriana con sus 55 Años de edad, se define como mujer real, hija de lapu, que le ha heredado
la formación más rica de su vida, desde
hace 15 años, es madre comunitaria de Doce niños, de cero a cinco años de edad,
del resguardo de Mayabangloma, “a mí me gusta mi trabajo, cantar, enseñar a los
niños, estoy feliz con ellos,”.
Adriana desde su
ser como partera, su realidad que vive como partera, también es como un cuento
para ella “yo les cuento a los niños lo que hago aparte de que los cuido, y
ellos se ríen mucho, y después ellos dicen, abuela tu agarras bebes pequeños,
tú me agarraste también cuando era chiquito, y yo les digo a todos los toques”.
Las cesarías
realizados por los médicos occidentales, los procesos que hacen para los
partos, hacen que las mayorías de las mujeres wayuu, cierren los ojos ante el
profesionalismo de una partera como Adriana, “los aliijuna ganan plata en
cortar la barriga de las mujeres, y
después ellas sufren de dolores, mientras que aquí en nuestra cultura no
sufrimos, somos tratados con plantas medicinales, eso no está bien que nos
corten”.
Adriana desde su
vivienda de barro amarillenta, tomando café caliente por las mañanas,
atendiendo Asus estudiantes contando nuevas historias, siempre está preparada,
activa desde su chinchorro en horas de la noche, para atender en cualquier
momento, componer barriga para Dar a luz a tiempo.
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