“El progreso de las multinacionales son nuestras pobrezas”
Juana Rita Velázquez Ipuana defensora del territorio wayuu, cuya trayectoria se ha evidenciado en su lucha contra el proyecto Jepirrachi de Media Luna, un parque eólico instalado en esa zona de la Alta Guajira desde hace 20 años.
Texto: Dilmaris Fernández
Fotografía: Robert García
Woumain, el territorio es aquello de donde provenimos, soñamos y aprendemos. Mma es la dadora de vida; es aquella que nos surte de las riquezas que alberga en su corazón para nosotros, nos nutre de su riqueza, en ella se pesca y se da la recolección de frutos. Andamos y conectamos con ella a través de la espiritualidad que representa y da vida al wayuuwaa (ser wayuu), donde hablamos desde el alma serena, donde caminamos a través del andar del pensamiento propio y donde identifica aquello que llamamos territorialidad que encierra un mundo mágico. Territorio o territorialidad para nosotros no es aquella definición que tienen las demás personas que no son wayuu (alijunas), va más allá de un determinado pedazo de tierra o terreno que se suelen tener para las casas, es todo aquello en lo que vivimos, asentamos y pastoreamos nuestros animales y donde tenemos cada familia wayuu. Anteriormente no era un alambre de púa lo que marcaba nuestra comunidad, tampoco era un gobierno u organización quien definía los limites o propiedad. Empezaron dividiendo nuestro territorio pasando a llamarse guajira venezolana y guajira colombiana, pusieron una frontera imaginaria para los wayuu donde a través de los años se ven más arraigados a la colonización moderna.
El Cerrejón conocido como un yacimiento o mina de carbón en el Departamento de La Guajira Colombiana se caracteriza por ser la mina a cielo abierto más grande del mundo y se divide en tres zonas principales, correspondiente a Cerrejón zona norte, Cerrejón zona central y Cerrejón zona sur, en ellas también pasa la línea férrea por tres municipios indígenas: Albania, Maicao y Uribia cuna de los pobladores indígenas wayuu. Actualmente hace parte de la red férrea central, se contrató su construcción en 1980 pero se iniciaron sus trabajos de construcción y explotación en 1981 bajo la supervisión de sus responsables.
La Guajira es un departamento importante en la producción de carbón, el subsuelo de esta región es rica en este mineral, aunque su explotación es intensa y a pesar de la gran presencia histórica de las comunidades indígenas, resguardos y santuarios naturales que allí han existido.
Desde las experiencias, conocimientos, trabajos y vivencias propias de Misael Socarras Ipuana quien pertenece a la Asociación “Fuerza de Mujeres Wayuu” y es miembro de la red de comunicaciones del pueblo wayuu Pütchimaajana, nos habló del trabajo que han venido haciendo en defensa del territorio desde el sentir propio. “Los Estados y empresas para satisfacer la expansión de una economía global adicta a la extracción, han venido llegando a regiones remotas, en busca de minerales, metales y combustibles fósiles dejando como marca, un legado de contaminación, enfermedades y despojos de tierra, perteneciente al territorio. Esto ha generado también el desplazamiento forzado por la contaminación toxica que esta exterminando las vidas humanas, causando enfermedades de los pulmones y la piel, también esta exterminado el ecosistema del río Ranchería que es una arteria fluvial muy importante en el departamento de La Guajira al norte del país, el río nace en el cerro La Horqueta en la Sierra Nevada de Santa Marta, y desemboca en el mar caribe en ese mismo departamento, la flora y fauna se han visto afectados de esta exterminación”.
La minería del carbón en el cerrejón, es una operación integrada de minería, transporte férrea y embarcación en La guajira. Abarca una mina a tajo abierto de carbón térmico que produce más de 32 millones de toneladas al año, con un ferrocarril de 150km de largo.
Sin embargo, la minería tiene muchas consecuencias para el medio ambiente y las comunidades locales, “nosotros los wayuu somos los que estamos permitiendo la entrada de todas los grandes megaproyectos en el territorio, una de las partes más débiles son los jóvenes, porque los mayores siempre hablan de preservar y no dejarse influenciar por dinero ya que a ellos no se les crío con dinero de mina ni de gas, fueron criados por el trabajo de pesca, pastoreo y siembra ya que han sabido que la entrada de dichos proyectos son las que encaminarían a su pobreza”, explicó Socarrás.
Por su parte, Cuando llegó la minería no existía lo llamado recientemente consulta previa; “ellos llegaron con la dirección del gobierno y sacaron a los habitantes de sus comunidades, para ellos realizar la destrucción de la tierra para su explotación de carbón; no había un papel que definiera y buscara la aprobación de los residentes, no tenían garantía ni protección del estado” esto fue lo que declaró Adelaida Vangrieken habitante de Albania, que lleva un recorrido en la defensa e investigación del territorio wayuu.
Afirmo también como protesta de insistencia “Nosotros hasta el año pasado que vino la corte y la contraloría, hicieron una auditoria nacional donde nos metimos, hay algo que las aguas subterráneas tienen y es vida, los caracolí van disminuyendo y a pesar de ello siguen latentes, nuestra insistencia es que devuelvan el arroyo Bruno a su cauce, es lo mínimo que pedimos y cerrejón se niega a devolvernos algo que es nuestro y ellos llaman Progreso Cerrejón, el impacto es cuando nosotros nos bañamos en el rio nos empiezan a salir erupciones en la piel de tantos químicos que tare el agua, nuestros animales empiezan a abortar y hemos encontrado en los excrementos de ellos sedimentos de carbón y no hablamos de esto como un invento del pueblo wayuu, a veces encontramos en los pulmones de los animales quedan negros por ingerir agua contaminada con los desechos del cerrejón; esto nos ha obligado a tener que botar lo que anteriormente comíamos tanto como los intestinos y la carne del animal”, estos hechos se han visto ocurrir con los animales de cría y producción de nuestra gente.
Juana Rita Velázquez Ipuana conocida también como “Tita Velázquez”, habita en la ranchería de Cerro Carpintero – corregimiento Cabo de la Vela, de piel morena y voz serena, nos acompañó en el tejido de nuevos conocimientos de apropiación y lucha de su territorio “nuestro progresó es mantener la cultura, territorio y lengua, Jepirrachi fue la primera entrada del parque eólico a la guajira, cuando llego la empresa EPM les dijo a las personas que habitaban ahí que en un futuro gozarían de beneficios, Doris Pushaina, convencida con este futuro progreso, empresa realizo los papeleos con ella donde contó que el contrato las letras estaban demasiadas pequeñas y era dificultosa leerla, los ancianos firmaron por un contrato de 25 años por una miseria de dinero que se podría utilizar para solamente un mercado de comida, la inquietud los movió y decidieron buscar un especialista que les dijo que fueron engañados por los alijunas, el progreso prometido resulto siendo la muerte de los animales, pastaban basura en vez de pasto que las mataba, no se pueden comer la carne de sus ganados, de ahí empezaron las peleas internas entre las personas y comunidades que estuvieron involucradas en el apoyo del contrato de jepirrachi; tres comunidades se dividieron por la pelea del progreso prometido”
Se dice que el proyecto Jepirrachi en Media Luna está próximo a ser desmantelado, Rita Velasquez tal vez sienta la satisfacción de la victoria de una batalla librada, hoy ve los resultados; sin embargo, el futuro de la Alta Guajira resulta incierto con la llegada de grandes megaproyectos de energía eólica, los cuales hoy están generando crisis al interior de las comunidades wayuu, incluso, conflictos interclaniles, ya la experiencia de explotación energética en territorio guajiro deja por sentado el estigma de ser las multinacionales las que van a maximizar sus ganancias, y el pueblo wayuu el gran perdedor.
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