Kanasü, un legado ancestral que se fortalece en Waimpiralen.
Texto: Francheska Gómez.
Yeni Palmar, mujer wayuu del Eirruku Ipuana, refleja una historia de transformación profunda y conmovedora, su relación con el arte del tejido de mochilas wayuu es un viaje que comienzan en su adolescencia cuando el desinterés le hacían ver esta práctica como una labor simple de la cotidianidad wayuu y que ella no quería realizar.
Su herencia se dibuja en las destrezas de sus manos y en las historias que sus ancestros han tejido a lo largo de generaciones. Es hija de Francia Palmar, nieta de María Úrsula y Olimpia Ipuana mujeres artífices de Jálala una familia que han construido un prestigio dentro de su territorio con sus famosos tejidos. También es hija de Juan Bautista Gómez hermanos de unos reconocidos putchipü, los renombrados Antonio Chay Gómez y Aginal Tiller, hombres curtidos en la palabra y en la resolución de conflictos a través de la ley wayuu.
En el corazón del corregimiento de Jonjoncito más conocido como Jálala municipio de Uribía, un lugar donde el viento acaricia la tierra árida y el sol pinta de dorado cada rincón, se encuentra la comunidad de Waimpiralen, donde los colores del ambiente se entrelazan con el tejido ancestral, allí vive Yeni, quien inicialmente mostraba apatía por las labores encomendadas por sus mayores, su abuela desconocía que aquella adolescente realmente poseía y había aprendido las destrezas en cuanto al arte del tejido, recuerda con una mezcla de nostalgia y risas aquellos días en el que el tejido le parecía una carga mas no un regalo, “Cuando era niña no quería saber nada de hacer mochila, pero si era algo que sabía desde pequeña“, comenta mientras esta en un círculo de palabra donde el sol se filtra y resalta los colores del tejido que veía a su alrededor.
Sin embargo, el destino tiene maneras curiosas de guiarnos a lo que realmente somos, con el paso del tiempo ella comenzó a ver el tejido no solo como una tarea, si no como una expresión artística, los colores y trazados geométricos escritos en las mochilas que antes le eran ajenos, comenzaron a hablarle, cada hilo se convirtió en un medio para contar su propia historia y la de sus antepasados.
Hoy, con cada mochila que crea, no solo revive las enseñanzas de sus ancestros, también entrelazan su propia narrativa, sus manos antes reacias al trabajo del tejido, ahora danzan con gracias sobre ella, creando patrones que son reflejos de su vida y sus sueños, cada diseño es un eco de la leyenda wayuu que escuchó de niña, un homenaje a la riqueza cultural que lleva siempre, en cada arte se siente la conexión de sus ancestros con relatos que fluyen como ríos en su memoria.
Su pasión ha florecido como un cactus en medio del desierto, fuerte y vibrante, sus mochilas creadas son ahora reconocidas no solo por su belleza estética sino también por la historia que ha vivido a lo largo de su trayectoria, afirma en medio de una conversación.
“Cada mujer tiene sus aprendizajes en cada arte y existe varios tipos de kattoui (mochilas wayuu),como por ejemplo piula que consiste en una malla utilizada para cargar o guardar alimentos tejida con los dedos, también está el asonuushi, es una de las mochilas tejidas por hombres; se puede mencionar además la kapaterra, una mochila que no tiene base solo tiene un cuerpo alargado tejido como un cilindro con dos bocas, cuyos bordes rematan en una serie de ojales grandes por donde pasan los cordones del cierre”.
Actualmente Yeni es reconocida en Waimpiralen no solo por sus espectaculares mochilas, sino también por su dedicación a enseñar a las nuevas generaciones este arte ancestral, ha creado talleres en la comunidad en compañía de su hermana menor Olimpia Palmar, donde comparten conocimientos con mujeres y jóvenes dentro del territorio, fomentando un sentido de pertenencia y orgullo cultural para descubrir la belleza y el significado de esta tradición heredada; ha participado en ferias artesanales y exposiciones donde muestra no solo sus creaciones, sino también el proceso detrás del tejido, en cada evento comparten anécdotas sobre su vida y las enseñanzas que ha recibido de sus antepasados, con cada mochila elaborada siente que está tejiendo un puente entre su cultura ancestral y el mundo actual.
A medida que avanza en su camino artesanal, sigue siendo una embajadora del tejido wayuu, su compromiso con su cultura y deseo de compartirla son un referente de preservación cultural para muchos, con cada hilo que entrelaza, no solo crea hermosura, también teje una historia y significado el cual nos enseña que el verdadero arte no solo reside en lo que hacemos, si no en cómo lo hacemos resonar desde lo más profundo de nuestra alma y nuestras raíces para las futuras generaciones.
En el oscurecer dorado de Waimpiralen donde los ecos del pasado entrelazan con las esperanzas del futuro, Yeni Palmar emerge con una figura emblemática del renacer cultural, su viaje, marcado por la resistencia y la redención es un testimonio del poder transformador del arte, su telar se convierte en un portal hacia un mundo donde la identidad florece, donde cada diseño cuenta una historia y cada color refleja un sentimiento profundo.
AGREGADOS
Según información de EFE citado por Infobae, las redes que se dedican a vender mochilas las compran alas wayuu por 25.000 o 30.000 pesos (entre 6,5 y 7,5 dólares), cuando los hilos “ya por si solos casi cuestan eso, pero a ellos no le importan “. Luego las venden por 80.000 pesos (unos 20 dólares) y dependiendo de la ciudad, hasta por 300.000 pesos (unos 75 dólares).
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